estado de shock

Siguen llegando y saliendo personas algunas me preguntan por ella, no sé, estaba aquí hasta hace un minuto, a la gente le extraña cuando no estamos juntos, ha sido algo por lo que mis amigos y hermanos me han gastado muchas bromas durante los últimos 25 años de mi vida, ya estoy acostumbrado y se pueden ver los resultados mi “familia” porque la verdad puedo jactarme de tener los mejores hijos y la mejor mujer.

Hay abrazos, de repente salimos, no quería hacerlo por lo de las visitas mis hermanos me toman de la mano al parecer no tiene importancia que salgamos. Bien, llegamos, me siento algo cansado quisiera... Un momento que es esto, mi hijo menor llora, cierro mis ojos, mi cabeza da vueltas, otra vez los abrazos y entre la gente y mi dolor de cabeza siento que se me desgarra el alma, ¿dónde está ella? la busco ¿dónde está nuestra reina? pregunto a mis hijos, no consigo respuesta porque en verdad, mi boca no ha pronunciado palabra ¿dónde estoy?...

Ahora mis ojos lo ven, estoy en un cementerio y no, no estoy muerto aunque quisiera, en esa tumba fría e inmóvil yace mi amor eterno el de toda la vida, el que muchos quieren encontrar y pocos logran, la mujer que tuvo en su vientre ha nuestro amor hecho carne en tres ocasiones.
Mientras ella estaba allí mi mente lo negaba no eran abrazos de feliz año; si no el abrazo que no queremos recibir el del pésame… pésame ahora mi alma y mi cuerpo mientras a ella la cubren con tierra y flores.

Que fue lo que invento mi mente para no demostrar mi agonía, porque de una forma tan vil me engañaste, quizás para parecer fuerte delante de nuestros hijos que en realidad lo son más que yo. ¿Qué era lo que buscaba mi cerebro indolente, porque entonces no me mantuve en ese estado hasta la hora de mi muerte? y así por siempre creer que hace un minuto estuvo a mi lado, hubiese preferido terminar mis días en ese maquiavélico pero indoloro estado de shock.