miércoles, 23 de octubre de 2013

ANHELOS DE UNA TARDE





Y cuando menos lo pensó, él estaba allí. Cogió su bolso decidida a irse de aquel lugar, ese lugar que en complicidad con el destino es ahora, el espacio en donde los recuerdos afloran. Se siente rara, se siente todo muy extraño. Él no sabe que ella está allí, desconoce que su pasado ha vuelto, que lo anhelado puede recobrar vida. Vacila una vez más, pero decide ir por él y enfrentar la situación. El asustado la mira, y ella vuelve a recordar esos ojos caramelo que tanto extrañaba. Se quedan en silencio. Repentinamente tiene unas ganas locas por abrazarlo, pero no lo hace. Él, desconcertado, le responde con una sonrisa.
- Hola – él dice – ¿hace cuánto estás aquí?
- No hace mucho – ella responde
- ¿quieres sentarte? – él dice atemorizado por la respuesta
- No tengo mucho tiempo – dice ella nerviosa
- Es sólo un momento – insiste de forma cautelosa
- Está bien



Al principio hablaban de todo menos de ellos ni de lo que ocurrió hace dos años, ni de las horas en silencio que ella había pasado, extrañando su piel, sus besos, sus gestos. Hasta que poco a poco los recuerdos afloran. Ella sentía que el verano había llegado de nuevo, sentía calor, que no era para nada sofocante, y ya no ese frío tormentoso de noches sin espera y horas sin respuestas. Observaba como movía esos labios que tanto echaba de menos, veía con cautela las manos que en aquellos años no tenían temor en acariciarla, en hacerla sentir viva, valiente, feliz. Y siente que todo comienza de nuevo, que todo lo que creía perdido, vuelve a ella. Ahora no espera nada más, sólo a él, sólo sus besos. Algo de pronto viene a su mente, y es como una luz de reflexión…sabe que nada perdió sentido, que nada se ha roto, sólo queda saber si esos dos años de ausencia y silencio podrían tener alguna vez una nueva oportunidad para encontrar la luz, la vida y sentir que todo valió la pena, que todo volverá a tener respuesta, que todo será por él, con él.



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